Actualmente me encuentro trabajando en un proyecto de desarrollo, sobre el tema de la educación sexual. Como parte de nuestro método nos enfocamos en el trabajo con los jóvenes, y uno de los objetivos en la creación de grupos locales, que puedan realizar seguimiento a los objetivos y realizar sus propios proyectos. Es decir, se busca empoderar a los actores locales para que luego de la salida del grupo original, estos tengan la capacidad para continuar el proyecto por sus propios medios. Con el grupo hemos realizado un proyecto piloto en la localidad de Curahuasi en Abancay, en la última semana se comenzó con la creación del grupo local, con los jóvenes líderes que se habían identificado en la realización de los talleres. Pero apenas se oficializó la creación del grupo comenzó una discusión entre los miembros del proyecto. La discusión era obvia y previsible, que tanta autonomía tendría este grupo con respecto al grupo original de Lima
Mi posición puede ser radical. Considero que el nuevo grupo debe tener la mayor cantidad de autonomía posible respecto a la central de Lima. Para permitir el empoderamiento de una población, y fomentar la autonomía (parte de los objetivos del proyecto) se planteo un trabajo igualitario. Si se jerarquiza la relación entre ambos grupos, de tal manera que el grupo local se sujete a los estatutos del grupo en Lima, no se cumplen esos objetivos. Ellos deben tener su propio estatuto de acuerdo a sus propias reglas. No es posible la imposición de reglas ni nombres que no hayan salido por consenso. A partir de ahora son dos organizaciones iguales, que deben trabajar en una asociación y no bajo la imposición de una sobre la otra. Sino, se repite el viejo esquema de que desde Lima se imponen las decisiones centralizadamente, justo el esquema que pretende romper este proyecto.
El problema es simple, si se busca empoderar a una población, no se puede comenzar diciendoles que es lo que hay que hacer, ni como hacer las cosas. A lo mucho se puede guiar. Pero para que haya autonomía de verdad, deben caminar sólos.
Mi posición puede ser radical. Considero que el nuevo grupo debe tener la mayor cantidad de autonomía posible respecto a la central de Lima. Para permitir el empoderamiento de una población, y fomentar la autonomía (parte de los objetivos del proyecto) se planteo un trabajo igualitario. Si se jerarquiza la relación entre ambos grupos, de tal manera que el grupo local se sujete a los estatutos del grupo en Lima, no se cumplen esos objetivos. Ellos deben tener su propio estatuto de acuerdo a sus propias reglas. No es posible la imposición de reglas ni nombres que no hayan salido por consenso. A partir de ahora son dos organizaciones iguales, que deben trabajar en una asociación y no bajo la imposición de una sobre la otra. Sino, se repite el viejo esquema de que desde Lima se imponen las decisiones centralizadamente, justo el esquema que pretende romper este proyecto.
El problema es simple, si se busca empoderar a una población, no se puede comenzar diciendoles que es lo que hay que hacer, ni como hacer las cosas. A lo mucho se puede guiar. Pero para que haya autonomía de verdad, deben caminar sólos.
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